
Denis, ¿cómo se llega a ser un creador de contenido de viajes tan reconocido?
Todos empezamos en algún lugar y, para mí, ese inicio fue literalmente cero. Solo era un chico con un móvil, que tenía una gran convicción en lo que hacía. Durante años, ni siquiera tuve una cámara de verdad. Cuando, por fin, la conseguí, todo fluyó de forma completamente natural porque ya había aprendido a crear desde la nada y a sacar lo mejor de lo que tenía. Y me llevó años. Poco a poco, a la gente le empezó a llamar la atención. No fue un éxito de la noche a la mañana. Fue todo lo contrario: un viaje largo marcado por la obsesión.
¿Tenías claro que querías dedicarte a esto?
No, dudé de mí muchísimas veces, pasé noches sin dormir, sacrifiqué mucho. Pero dejé atrás una vida “normal” para perseguir algo que me hacía sentir realmente vivo. Incluso cuando no ganaba ni un céntimo con mis vídeos, seguía adelante porque nada se compara con esa sensación de estar ahí fuera, explorando, descubriendo nuevos lugares, nuevas culturas, capturando la belleza del mundo y compartiéndola.























