
Elisa, ¿cómo consigues despegar como lo haces?
Elisa: Empecé a volar en parapente a los 23 años. Siempre he viajado mucho por la montaña. Y, como el 80% de los pilotos, al principio pensé: esta es la forma perfecta de descender, ya no tienes que bajar andando. Y enseguida me hice aficioné muchísimo.
¿Qué te fascina de este deporte?
Elisa: El viento es un elemento que no puedes ver y eso lo hace súper emocionante. Necesitas mucha intuición, mucho instinto, pero también mucho conocimiento y experiencia. Cada piloto reacciona de forma diferente en situaciones distintas. No hay dos vuelos iguales y está garantizado que nunca será aburrido. Para mí, es el deporte más variado, aunque desde fuera no te des cuenta.